domingo, 21 de agosto de 2011

¿Qué dice la Iglesia de Jesús?


 Domingo 21º del Tiempo de la Iglesia.

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Ellos contestaron: —Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.

Simón Pedro le respondió: —Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.

Entonces Jesús le dijo: —Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo.

Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías” (Mt. 16,13-20 versión Biblia de Estudio Dios Habla Hoy)




El contexto donde se desarrolla el episodio.

El texto ubica a Jesús con sus discípulos en la región de Cesarea de Filipo. Esta ciudad se encuentra al norte de Galilea, fuera de los límites de Israel. En distintos momentos, esta ciudad fue centro de cultos idolátricos: en tiempos del Antiguo Testamento se adoraba al dios cananeo Baal-gad (señor de la buena fortuna); en tiempos de la ocupación griega se adoró al dios Pan; Herodes el Grande construyó un templo dedicado al emperador Augusto.

Esta ciudad, lugar de adoración de los pueblos paganos, comienza a ser un lugar importante para el cristianismo, ya que en esta región se desarrolla el episodio que estamos reflexionando. En tierra de paganos y donde se desarrollan cultos idolátricos, fuera de la tierra santa y lejos del templo de Jerusalén, si nos atenemos a la tradición, Jesús funda la Iglesia.

Tal vez, este es uno de los problemas de identidad que enfrenta la Iglesia en nuestro tiempo. Una Iglesia que gira en torno al templo, el culto y los lugares sagrados. Hemos olvidado, que para descubrir a Jesús, el Señor, tenemos que buscarlo donde él se manifiesta, en el lugar profano de la sociedad, de la cultura y de la historia, entre las personas discriminadas y excluidas por quienes dicen estar, en el lugar de lo sagrado.


La confesión de Pedro

Frente a la pregunta sobre su identidad, que Jesús hace a los discípulos, el relato ubica a Pedro como vocero de la comunidad apostólica. No podemos perder de vista, que estamos frente a un relato teológico con base histórica. El escritor sagrado pone en boca de Pedro, la confesión de la Iglesia primitiva: Jesús es el Mesías (ungido de Dios).

En la fe de Israel el Mesías instauraría un reino de justicia, donde Israel estaría libre de sus opresores para servir al único Dios. En la fe de la Iglesia primitiva, el Mesías instauraría el Reino de Dios que había anunciado Jesús, un reino de justicia e inclusión, donde las personas excluidas serían privilegiadas.

Tal vez, éste es otro de los problemas que enfrenta la Iglesia en nuestros días, el Reino de Dios que anuncia, no la lleva a comprometerse con las víctimas de los sistemas políticos, económicos, sociales, culturales, religiosos. Pareciera que estamos anunciando otro reino al de Jesús.


La confesión de Jesús

La Iglesia nace a partir de la fe de las discípulas y discípulos que como Pedro, confiesan a Jesús como Mesías. Nace como comunidad de iguales, para dar testimonio de que otro mundo es posible, el Reino anunciado por Jesús, construido sobre los cimientos de la justicia, la inclusión y la solidaridad. Un mundo nuevo que ya comenzó al interior de las comunidades, cuyo modelo es la comunidad de Jerusalén de la que Hechos de los Apóstoles nos da cuentas.

La Iglesia, por la fe en Jesús el Mesías, vencerá los poderes de este mundo como Él los venció.

Tal vez, este es otro de los problemas que enfrenta la Iglesia en nuestros días, creer y seguir a Jesús el Mesías. Sabemos que a lo largo de la historia cristiana, la Iglesia en varias oportunidades creyó más en ella, en sus doctrinas, en sus dogmas, en sus autoridades que en el Mesías Jesús.


La Iglesia en nuestros días

Como comunidad cristiana, miembro de la Iglesia de Jesús, sentimos el llamado a volver a nuestros orígenes, recuperar nuestra identidad, refundar la misión iniciada por la Iglesia de la antigüedad y continuada en distintos momentos de la historia, pero que en otros, abandonamos.

Sentimos el llamado, a dar nuestro testimonio de Jesús el Mesías, en medio de la sociedad y la cultura en que nos encontramos.

Sentimos el llamado, a prestarnos como instrumentos del espíritu profético, que el Padre envía a la humanidad, en este tiempo y en este lugar.

Buena semana para todos y todas.
Obispo Julio.

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