Ministerios

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En nuestra Iglesia tenemos ministerios clericales y ministerios laicales, según los dones que el Espíritu Santo nos regala (Rom 12,6-8; 1Co 12,4-30; Ef. 4,11-13).


Sobre el ministerio episcopal.


En la tradición hebrea el ANCIANO es un miembro del pueblo revestido con autoridad por su edad avanzada o por su experiencia (Ex 3,16; Nm 22,4). Los ancianos de Israel gozaban de gran influencia tanto en el nivel local (Rt 4,2) como en el nacional (1Sam 8,4; 2Sam 5,3).

En tiempos de Jesús y de la Comunidad Discipular, su autoridad civil se había extendido e incluía poder en aspectos vinculados a la vida religiosa de Israel (Mt 15,2; 21,23; 26,3; Hch 4,5). Los ancianos eran uno de los tres grupos que formaban parte del Sanedrín (Mt 16,21; Mc 11,27; 14,43; Hch 4,5). Cuando la Comunidad Cristiana primitiva se organizó, instituyó el nombramiento de ancianos, siguiendo el modelo de la sinagoga (Hch 14,23; 1Ti 4,14; Tit 1,5; 1P 5,1) como dirigente (Hch 11,30; 14,23; 20,17; 1Ti 5,17; Tit 1,5–9; St 5,14; 1P 5,1–2 (Para la elaboración de este punto se tomó como referencia el artículo ANCIANO – OBISPO de la COMPUBIBLIA).

Los Obispos (del griego episkopos, que significa «supervisor» o «superintendente»), en la primera época del cristianismo, fueron las personas encargadas de una comunidad cristiana local; su función era equivalente a la de «anciano» en la sinagoga. Posteriormente, el obispo asumió la supervisión del conjunto de comunidades locales de una determinada región.