sábado, 18 de junio de 2011

Liderazgo religioso en respuesta la VIH SIDA


Una asociación responsable
Desafiando al estigma y la discriminación: La prevención del VIH en acción

Declaración

Esta Cumbre reunió a lideresas y líderes religiosos de alto nivel de tradiciones bahá’í, budista, cristiana, hindú, judía, musulmana, sij e indígenas. Nos acompañaron personas con VIH de dentro y fuera de nuestras comunidades de fe, representantes de redes y organizaciones que trabajan activamente en la respuesta al VIH, dirigentes políticos y líderes de agencias de las Naciones Unidas. La Cumbre se celebró en Den Dolder, cerca de Utrecht en los Países Bajos, el 22 y 23 de marzo de 2010.

Hemos reconocido, con un renovado sentido de urgencia, el alcance y continuo crecimiento de la pandemia del VIH a nivel mundial. Transcurridos casi treinta años desde que el VIH fue identificado por primera vez, a pesar de la ciencia que ha sido desarrollada y de los considerables recursos materiales morales y globales a los que tenemos acceso, hemos seguido presenciando el incremento de la pandemia. Ésta aumenta de manera exponencial; por cada dos personas que inician el tratamiento, cinco más adquieren la infección. Cambiar el actual curso de la pandemia del VIH requerirá una prevención integral, incluyendo el modelo SAVE (sigla inglesa que se refiere a: prácticas más seguras; disponibilidad de medicamentos; asesoramiento y pruebas voluntarias; y empoderamiento a través de la educación). Adicionalmente, la prevención debe hacer frente al estigma, la vergüenza, la discriminación, la inacción y las acciones erróneas.

Somos conscientes del invaluable rol que las comunidades de fe han jugado en la pandemia hasta la fecha, particularmente en lo relativo a tratamiento, atención y apoyo.

Afirmamos la dignidad y el valor de la vida humana. Con remordimiento lamentamos que las personas con VIH han sido en ocasiones objeto de juicio y rechazo, así como de una limitada capacidad de acoger y afirmar la humanidad en su diversidad y de reconocer cómo nuestras comunidades y religiones están implicadas en esta pandemia. Necesitamos hacer mayores esfuerzos por asegurar que todas las personas con VIH sean bienvenidas dentro de las comunidades de fe. Reconocemos y aceptamos el llamado a todos los líderes y lideresas confesionales y nuestras comunidades religiosas a responder de manera urgente e inclusiva a los retos que el VIH y el sida plantean no sólo en relación al tratamiento, la atención y el apoyo, sino también respecto a prevenir la transmisión del VIH.

El VIH afecta a cada persona, a cada mujer y hombre, cada niña y niño, cada comunidad, incluyendo a lideresas y líderes religiosos. El estigma y la discriminación fomentan un ambiente que exacerba la vulnerabilidad a la infección por VIH, el cual no existiría si colectivamente pudiéramos crear un entorno seguro de aceptación e inclusión en lo que concierne al VIH. El secretismo y el silencio impiden que una variedad de poblaciones vulnerables tenga acceso a servicios de prevención, pruebas y tratamiento del VIH.

Debemos trabajar para poner fin al silencio que fomenta el estigma y la discriminación.

Las condiciones sociales, políticas y económicas crean un clima dentro del cual aumenta la vulnerabilidad que alimenta la pandemia del VIH. Esto es exacerbado por la creciente desubicación de familias y comunidades debido a las crisis económicas y humanitarias. Es necesario que nuestros mensajes sean coherentes para hablar y actuar no sólo por la moralidad y responsabilidad personales, sino también por la moralidad y responsabilidad comunitarias al abordar la urgencia de la justicia financiera, social y económica. La pandemia del VIH es compleja, además de multifacética, y exige que nuestra labor sea conjunta. Trabajando fuera de nuestras áreas de fortaleza podemos lograr el acceso universal a prevención, tratamiento, atención y apoyo.

Llamado a la acción
Por todo lo anterior, instamos a:
·        
·  Actitudes y acciones que afirmen el respeto universal por la dignidad de todas las personas;

· Acceso universal a la prevención, tratamiento, atención y apoyo en relación al vih;

· Respeto universal por los derechos humanos de todas las personas que viven con vih o son afectadas o se encuentran en riesgo  de infección por el vih;

·   Apoyo comunitario a personas que brindan cuidados;

· Educación, empoderamiento y acompañamiento de huérfanos, huérfanas y otros niños y niñas vulnerables;

·  Escuchar las voces de jóvenes y crear espacios para su liderazgo y participación;

·  Implementar esfuerzos y programas conjuntos encaminados a erradicar el estigma y la discriminación en todas sus manifestaciones contra personas con VIH, independientemente de cómo ellas hayan adquirido la infección;

·  Conservar la salud y el VIH como prioridades fundamentales en la agenda del financiamiento global, a pesar de la actual crisis financiera;

· Combatir el estigma y la discriminación a través de políticas, planes estratégicos, presupuestos y asignación de recursos en materia de VIH y sida;

· Aplaudir a las naciones y agencias que han nombrado Embajadoras y Embajadores para el Sida, además de alentarlas vigorosamente a mantener este testimonio de compromiso y priorización del VIH;

· Una movilización social masiva para prevenir la transmisión vertical del VIH de madre a hijo, incluyendo atención y apoyo a madres, padres y personas proveedoras de cuidados;

· Una participación significativa de los hombres, junto al movimiento de mujeres, en las acciones para erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas;

·  Los países a reconocer abiertamente y conocer sus propias pandemias, así como responder a todas las personas vulnerables dentro de sus territorios y comunidades;

·  Los países y comunidades a trabajar por la erradicación total de la pandemia del VIH;

·  Lideresas y líderes religiosos a continuar el diálogo en torno al estigma y la discriminación que se asocian al VIH, iniciado en Den Dolder, con líderes y lideresas confesionales en sus países y comunidades; l

· En las campañas mediáticas comunicar la importancia del liderazgo religioso en relación con el VIH.

Compromiso

Nos comprometemos a crear una asociación entre comunidades de fe, la sociedad civil más amplia, el gobierno y otros socios internacionales, siempre propiciando la participación de las personas con VIH en todos los niveles. En esta asociación nos rendiremos cuentas mutuamente, erradicando el estigma y la discriminación y de manera conjunta posibilitando el acceso universal a prevención, tratamiento, atención y apoyo lo que nos conducirá a un nuevo mundo, un mundo de respeto, justicia, amor y dignidad para todas las personas de nuestro planeta.

Debemos hacer más con una labor conjunta.

Mi compromiso personal para la acción
Como líder religioso, creo firmemente que mi fe debe ser más visible y activa para detener la propagación del VIH y reducir esta pandemia.

Durante tres décadas, el VIH ha seguido propagándose en todos los niveles de nuestras sociedades. El estigma y la discriminación contra personas con VIH continúan alimentando la ignorancia, la injusticia, la negación y el odio. En esta etapa crítica de la pandemia, es necesario que mis palabras y acciones sean claras respecto a que el estigma y la discriminación contra personas con VIH o afectadas por la epidemia son inaceptables.

Un elemento fundamental de mi fe es el respeto a la dignidad de las personas y al valor de la vida humana. Este respeto y valor son esenciales para mi respuesta al VIH.

Por tanto, me comprometo a ejercer un liderazgo más firme, más visible y práctico en la respuesta a la pandemia del VIH; incrementar mi compromiso, relacionarme de manera más significativa con las personas con VIH y actuar decididamente para proteger los derechos humanos dentro de mi comunidad de fe, a través de colaboración con líderes de otras religiones e influyendo en los procesos de adopción de decisiones sobre el VIH a nivel local, nacional, regional y global.

Consciente de las necesidades específicas de las personas afectadas por el VIH, este liderazgo significa que...

Con las personas que viven con el VIH me comprometo a:

- Trabajar sin descanso para poner fin a todas las actitudes y acciones que estigmatizan, hasta que las personas con VIH sean plenamente aceptadas en nuestras comunidades religiosas y en nuestras sociedades.

- Apoyar los esfuerzos consensuados y las asociaciones para brindar apoyo, incluyendo cuidados de salud y educación en formas que respeten la privacidad y la dignidad.

- Procurar comprender las necesidades y situaciones específicas de diferentes comunidades afectadas por el VIH y responder a éstas para propiciar que todas las personas con VIH participen plenamente en la sociedad.

- Proporcionar apoyo y recursos espirituales a las personas con VIH para llevarles esperanza y propiciar que tengan una vida positiva, dándoles la seguridad de que el VIH no puede separarles del amor, la misericordia, la compasión ni el perdón.

Con niñas y niños me comprometo a:

- Reconocer sus derechos, incluyendo los derechos a la salud, educación y apoyo, que les ayudarán a celebrar su niñez y aprender valores y prácticas éticas para una vida con mayor seguridad y más saludable.

Con las y los jóvenes me comprometo a:

- Escuchar sus necesidades y fortalecerles con los valores y el apoyo que les ayuden a protegerse contra la violencia, la represión y conductas que crean riesgos para ustedes y otras personas.

- Propiciar y facilitar su liderazgo y participación.

Con las mujeres y las niñas me comprometo a:

- Reconocer su especial vulnerabilidad y sus roles como proveedoras de cuidados y madres, así como trabajar infatigablemente a fin de asegurar que cuenten con los servicios de prevención, tratamiento, atención y apoyo que necesitan.

- Actuar con respeto y cuestionar cualquier sistema opresivo de poder dentro
de mi comunidad religiosa y sociedad que alimente la violencia y la injusticia.

- Crear espacios para su voz y liderazgo en nuestras comunidades.

Con los hombres y los niños me comprometo a:

- Alentar una comprensión del poder que haga posible a las personas relacionarse entre sí con dignidad y amor.

- Apoyar el liderazgo y la adopción de decisiones que afronten las causas fundamentales de la infección por VIH.

Ante mi comunidad religiosa me comprometo a:

- Hacer todo lo que pueda para romper las barreras del silencio y la exclusión a
fin de incluir plena y abiertamente a las personas con VIH y sus familias en nuestras comunidades religiosas.

- Liderar con mi ejemplo y motivar a mi comunidad religiosa a profundizar su participación en la respuesta al VIH, lo que incluye abogar por prevención, tratamiento, atención y apoyo para todas las personas.

Con redes, organizaciones e instituciones públicas me comprometo a:

- Apoyar plenamente todos los esfuerzos por ampliar los servicios y apoyo que hagan posible una generación libre de VIH para el año 2015.

- Desafiar y apoyar a los gobiernos para que en sus prioridades, prácticas y apoyo financiero cumplan la obligación moral de implementar los compromisos que han contraído en relación con el VIH.

- Asociarme a ustedes para combinar nuestras experiencias, enfoques y pericia con el fin de alcanzar nuestra meta común de frenar la propagación del VIH y revertir la pandemia.


Con todas las personas a quienes me estoy dirigiendo en este compromiso y otros líderes y lideresas confesionales que se unan a mí en este pacto, me comprometo a:

- Informarles a través de canales disponibles, cada 18 meses, acerca de cómo he trabajado para cumplir mi promesa.

Firma:
____________

La Iglesia Antigua de Uruguay adhiere a esta declaración y se compromete a llevarla adelante.
Obispo Julio.

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